En
estos momentos de estar guardados, muchos son los temas y los momentos que
tenemos para pensar y sentir, en esta ocasión, yo quiero compartir una
reflexión sobre la importancia de ser parte de un grupo, de una sociedad, de
una familia.
A
veces obviamos la importancia de tener “una tribu” que nos acompaña en la
crianza de nuestros hijos. Hace un par de días leí sobre el caso de una
elefanta en cautiverio que dio luz a su cría y, casi inmediatamente, empezó a
lastimarla, como si quisiera matarla. Los cuidadores tuvieron que separar al
bebe elefante de su madre, el pobrecito lloró por horas, las fotografías con
las lágrimas inmensas son, verdaderamente, conmovedoras. Una de las
explicaciones que los expertos en elefantes dieron fue que “Los elefantes permanecen en manada
de forma unida, donde todos trabajan juntos para protegerse y proteger a sus
crías. Es crucial que formen parte de un grupo familiar, ya que necesitan
intimidad y compañía. Los bebés siempre son atendidos por las hembras del
grupo y no sólo la
madre, sino también por otros elefantes hembras. Así es como las hembras
jóvenes aprenden a cuidar a los elefantes bebés…. dar a luz en cautiverio puede ser una experiencia aterradora, ya que los
elefantes no saben cómo cuidar a sus
crías”. Esta elefanta era
mamá primeriza, se encuentra lejos de la guía y acompañamiento de su manada
¿Cuántas veces nos hemos sentido así, solos, no importa si eres mamá o papá,
lejos de nuestra manada? Si tú no lo has sentido, quiero decirte que eres muy
afortunada o afortunado y también tus hijos. ¿Cuántas veces nuestros hijos se
habrán sentido como el pequeño elefante?
Este
artículo me conmovió mucho y me llevó a dos reflexiones: la primera, los
adultos nos necesitamos para hacer frente a la labor de cuidar, ayudar a
crecer, educar y proteger a nuestros hijos. La segunda, tiene que ver con la
urgencia de tomar consciencia de lo importante que es para nuestros hijos tener
una relación con nosotros; para su desarrollo, crecimiento, bienestar y hasta
para su “sobrevivencia emocional”.
El
apoyo mutuo entre adultos, la posibilidad de tener una red, una tribu, en la
cual apoyarnos y con la cual ayudarnos, es una fuente de bienestar que suma a
tu familia y a la de tu tribu. Una red de adultos cuidadosos y responsables no
quiere decir que tienes que “hacerte amiga o amigo” de todos los papás del
salón o de tu privada o tu “cuadra”. Quiere decir que podemos buscar
coincidencias en el trato, en la forma de hablar, de cuidar. Apoyarnos quiere
decir que somos conscientes de que todos tenemos “pequeñas luchas” o
dificultades que a veces nos rebasan; presentarnos como un apoyo puede ir desde
ofrecernos a “hacer ronda” para recoger a los niños de la escuela, de la parada
del camión, ofrecer ayuda para invitarlos a jugar una hora, así, la mamá o el
papá puede hacer su trabajo de home office o cualquier cosa que no haya podido.
Turnar estas actividades, es decir, unas veces unos y otras veces otros, puede
aliviar la presión de estar con los niños todo el tiempo ahora que estamos “en
cautiverio”. Ayudarnos entre familias a hacer las compras, o compartir la cena
o los momentos de juego, pequeñas acciones, palabras amables, cualquier gesto
de cercanía, puede hacer la diferencia en nuestro ánimo y esto repercutir
positivamente en nuestra actitud y así, los mayores beneficiados serán nuestros
hijos.
Cuidar
a los niños no sólo quiere decir cuidarlos directamente, también los cuidamos
cuidándonos entre adultos, cuando nos apoyamos entre padres, echamos la mano
cuando hay situaciones complicadas, una enfermedad, una cita importante, una
pérdida, un nacimiento. Cuando nos tomamos el tiempo para explicarles cómo
hacer una tarea que sus hijos no pudieron hacer en la escuela, cuando nos
ofrecemos a llevar los cuadernos si están enfermos o a regresar la tarea.
Mandar un mensaje cuando un compañero está enfermo, hacer una videollamada con
tu sobrino. Cuando tenemos un comentario amable en lugar de sólo llamarles la
atención o regañarlos.
Cuidar
a los niños también significa ser parte de una red de adultos que cuidan a los
menores, que les provee de un adulto confiable con quien quedarse mientras
llegan a recogerlo, que lo acompaña en el jardín mientras se recupera de una
llamada de atención, de una no invitación a jugar, que le ofrece una
invitación, compañía, cuidado, que educa en casa con estos mismos principios de
inclusión y a sus hijos los anima a incluir a otros niños y a no burlarse. Es
ayudarles a sentirse cerca de sus padres cuando los estamos cuidando, es tener
paciencia y ser compasivos. Es pensar no sólo en mis hijos, en que ellos estén
“cubiertos” con su villa de vínculos – como lo llama Gordon Neufeld – es preciso que nosotros seamos también villa para otros niños, para otras familias.
Nuestros sobrinos, los hijos de nuestros amigos, los compañeros de clases de
nuestros hijos. Tener y ser una tribu donde crecer.
La
segunda reflexión. ¡Que importantes somos para nuestros hijos! casi puede
asustar tanta ternura, tanta necesidad y dependencia. La tristeza de un
elefante por estar separado de su mamá me hace pensar en la genuina necesidad de sentirnos cerca, y
estar cerca, de quienes más nos importan y de quienes más necesitamos cuidado y
amor. Los pequeños, y con ello incluyo a los adolescentes - quienes comparados
con nosotros son en verdad pequeños - necesitan sentirse deseados y buscados,
ser parte de alguien que los mantenga cerca, no sólo de su regazo, sino también
de su corazón. No importa si somos “buenos” o “malos” padres, ellos necesitan
sentirnos cerca. ¡Que vulnerabilidad! Para ellos y para nosotros. ¡Que gran responsabilidad!
En
momentos como este, en que siento la responsabilidad y la vulnerabilidad de ser
madre y villa de vínculos, es que agradezco las enseñanzas de Gordon Neufeld,
quien se empeña en decirnos que no temamos a esa dependencia, porque es la
forma en que podremos guiarlos, educarlos y acompañarlos hasta que sean
independientes, porque si, si lo serán, cuando llegue el momento en que deban
serlo. De hecho, ya lo empiezan a ser, cada vez que los dejamos recargarse en
nosotros, como nosotros nos recargamos en nuestra tribu de adultos, podemos ver
como hay cosas, actividades, gustos, aprendizajes, decisiones que hacen de
manera independiente, confiando en nuestro apoyo.
Para
concluir, es cierto que los niños necesitan desarrollar lazos profundos y
seguros con sus padres; tengamos presente que también es cierto es que es
importante contar con más vínculos cálidos y responsables, que les ayuden a
estar cubiertos cuando sus padres no están con ellos. Las tías, los tíos, los
abuelos, los amigos, los maestros, los cuidadores, todos los adultos en el
“círculo” inmediato a los niños, somos potenciales relaciones nutritivas para
los pequeños y también para los adolescentes. No solo si cuidamos directamente
a los niños, si no siendo una fuente de apoyo y descanso para los padres; si
somos una tribu donde podamos crecer niños y adultos.
Las
respuestas están en muchas partes, hoy recordé que una gran parte está en que seamos adultos responsables, cálidos,
conscientes y humanos entre todos los de nuestra especie.
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